LA LITURGIA


La belleza de la liturgia forma parte del Misterio de Cristo;
es expresión altísima de la gloria de Dios y constituye, en cierto sentido,
el Cielo en la tierra.
La belleza es un elemento constitutivo de la acción litúrgica
en cuanto que es atributo de Dios y de su revelación.

Benedicto XVI


LA VIDA LITÚRGICA

Toda la vida monástica es liturgia, pero ésta jalona la jornada en siete momentos particularmente intensos: cinco son vividos en la soledad de la ermita y dos, juntos, en la iglesia del monasterio.

Cuando se levanta, en el silencio y la soledad de la ermita, mientras es todavía de noche, el monje o la monja celebra EL OFICIO DE LA ESPERA para montar guardia velando a la espera del Esposo que viene en medio de la noche. Es un tiempo de intercesión por todos los hombres víctimas de la duda, del sufrimiento, del error, del pecado y de la incredulidad.

Los monjes se reúnen en la iglesia del monasterio para el OFICIO DE MAITINES seguido del de LAUDES para cantar a la Aurora verdadera, el “Orientale Lumen”, Cristo, Oriente de los orientes. Por Él, la iglesia es iluminada con la luz sin ocaso. Éste es el principal Oficio del día. Comporta una larga salmodia, lecturas bíblicas y patrísticas. Los cánticos del Antiguo y del nuevo Testamento, prolongados por los troparios del Canon de odas, son, como los salmos, la respuesta de la Esposa al Esposo.

A las 9h, en la soledad de la celda, el monje o la monja celebra el OFICIO DE TERCIA que conmemora el culmen del misterio pascual plenamente realizado por la efusión del Fuego del Espíritu Santo.

A medio día es la hora de SEXTA. El monje o la monja contempla a Cristo clavado en la Cruz, en la soledad de la celda.

A las 15h es la hora de NONA. El monje o la monja conmemora en el oratorio de la celda, o en el de el taller de trabajo, la muerte de Amor de Jesús en la Cruz.

En VÍSPERAS la comunidad se reúne en la iglesia del monasterio y alaba a Dios por la creación. Acoge con gozo el surgimiento de Cristo resucitado, “Luz gozosa de la santa gloria del Padre”, en las profundidades de la noche del hombre pecador. Se proclama el evangelio del día.

El oficio de COMPLETAS, siempre celebrado en la celda, es el último acto litúrgico de la jornada. Antes de acostarse, el monje o la monja entrega su espíritu en manos del Padre, invocando a Cristo para que guarde su corazón durante las vigilias nocturnas.

La EUCARISTÍA es al mismo tiempo el culmen de la jornada y de la vida fraterna. Es la ofrenda cotidiana al Padre del sacrificio de Jesús por toda la humanidad. Se celebra por lo general a continuación de Maitines o de Vísperas.

En nuestra Familia monástica, los diferentes Oficios se inspiran de la liturgia oriental mientras que la Eucaristía es de rito occidental. Estas celebraciones tienen el color de los tiempos litúrgicos, las fiestas y los santos celebrados en esos días.

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LAS FIESTAS DE AÑO LITÚRGICO

La liturgia (esta palabra significa “el trabajo del pueblo”) es la respuesta filial y amorosa de los hombres al designio del Amor de Dios para con sus criaturas. Desde la Encarnación del Hijo de Dios en Jesús de Nazaret, perfecto adorador del Padre, toda persona humana puede — por Cristo, con Él y en Él — dirigirse al Padre con toda confianza.

La liturgia de nuestros monasterios tiene sus fuentes en las Iglesias de Oriente y de Occidente. El año litúrgico despliega el misterio de Cristo según dos líneas que se entrecruzan constantemente:

  • la de los grandes ciclos de Navidad, manifestación de Dios hecho hombre, y la Pascua del Redentor, que culmina en el don del Espíritu y el nacimiento de la Iglesia en Pentecostés,

  • y la de las fiestas puntuales en las que la Iglesia celebra y contempla un Misterio particular de la vida del Redentor y de la obra de la gracia en ciertos grandes santos.

Durante el transcurso de cada celebración el Espíritu Santo derrama silenciosamente en los corazones el fuego del Amor (Amor que es Él mismo en plenitud). Prodiga sus dones a los que lo invocan para apresurar la venida del Reino de Dios. Para los que la celebran con Fe en comunión con la Iglesia del Cielo y de la tierra, la liturgia es una llamada a pasar de la propia vida a la vida de Cristo y a ser transformados de gloria en gloria cf 2 Cor 3,18 Por eso, cuando participan en la Eucaristía, hacia la que converge toda la liturgia, los cristianos están llamados a pasar de la muerte a la Vida; de la mentira, a la Verdad; de la discordia, al Amor; de las tinieblas del pecado, a la Luz que es Alguien.
La Pascua es la fiesta de las fiestas que celebra por anticipado la deificación de todo aquel que cree en Jesús y une su voluntad a la del Padre. Pasado de este mundo al Padre en Jesús, entra en “el Octavo Día”, el Día nuevo y eterno de Cristo resucitado. La Iglesia celebra este Misterio con la Virgen María, Madre de Jesús y su primera discípula. Día tras día, ella da a luz a esta vida según el Evangelio a quien la recibe como Madre con san Juan al pie de la Cruz.