El primer oratorio es acondicionado en un pobre establo que evoca la gruta en la que el Hijo de Dios se hace niño pequeño. Allí, siguiendo a María, las monjas adoran a Jesús presente en la Eucaristía. Por eso la comunidad naciente recibe el nombre de BELÉN.
La comunidad recibe también el nombre de la ASUNCIÓN DE LA VIRGEN que recuerda a monjes y monjas que la Virgen glorificada es el modelo y arquetipo de su vocación.
Para llevar a cabo esta vocación, los monjes y monjas reciben la sabiduría de vida de SAN BRUNO, que ha retomado en el siglo XI la tradición de las “lauras” de los desiertos orientales del siglo IV.